“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

jueves, 18 de marzo de 2010

hay una trampa en cada cosa que dices.

Las trampas me recuerdan a las cuestas que bajábamos cuando empezaba la primavera, desde la sierra, cuando escuchábamos rostro de actriz porque yo te pedía que pusieras el disco. Y le daba directamente para que sonase. La trampa eran tus manos conduciendo. La trampa era el sol que empezaba a no acostarse temprano. La trampa era nuestra ficción convertida en una historia triste que no nos dejaba ver más allá….. como las mariposas. La trampa enredaba mis recuerdos cada vez que abrías la puerta y desempañabas el cristal. La trampa era volver a un puerto lleno de anclas oxidadas. De trozos de barco, de olor a podrido. Ese puerto recóndito que, sin embargo, tiene la magia del lugar al que regresar cuando no sabes quién eres. Y allí te encontré siempre, recordándome que todo estaba muerto, diciéndome que lo habíamos abandonado. A veces cuando parece sencillo, lo sientes tan cerca que el miedo no te deja entrar… No te deja entrar. 



Hay una trampa en cada cosa que dices 

y mariposas que no nos dejan ver más allá. 
Hay una puerta en tu rostro de actriz, 
se desliza el profeta para poder entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 

En la calle hablan los ingenuos 
y sé que otros callan por no decir la verdad. 
A veces cuando parece sencillo 
te sientes tan cerca que el miedo no te deja entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 
Cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal ... 

Hay una trampa en tu rostro de actriz, 
se desliza el profeta para poder entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 
Cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal ...


2 comentarios:

ralero dijo...

El miedo, junto con las máscaras, es una de las más hirientes y paralizantes prisiones. Pero, a veces, la ternura puede ser la llave que nos abra las puertas.

Un abrazo.

MATISEL dijo...

No hay más trampas que los recuerdos asociados a alguien querido y evocarlo nos lo hace tan presente y real aunque haya muerto hace tiempo... que también trae el dolor de su pérdida.

Un abrazo.