“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

jueves, 13 de agosto de 2009

No sigo tu velocidad...

Me reglaste las tormentas de verano y las tardes llenas de piscinas.
Era pronto y era tarde cuando nos volvimos a ver.
Recordé que me regalaste los primeros vientos del otoño, y me mudaste de piel.



Acertaste los pronombres,
Dibujaste las respuestas
Las pintaste de colores en mi espalda
antes de abrazarme con tu guerra,

Deshilaste los vestidos
Que encajados en septiembres amarillos
Me cosían las palabras de promesas.




lunes, 10 de agosto de 2009

PABLO NERUDA. AGUA SEXUAL
Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.

Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.

Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.

Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.

y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.


jueves, 6 de agosto de 2009


Solo puede hablar cuando supe que no me importaba. Y aun así sentía que algo se despojaba de mí y me dejaba por fin respirar. Me sentí libre. Y fui capaz. Es increíble darte cuenta de que puedes desatarte y no duelen tanto los nudos. Compensa mucho más la liberación que la comodidad de no querer verte las marcas. Así es el ser humano, ni siquiera se preocupa muchas veces de valorarse a sí mismo. Y de pronto un día es fácil, y te encuentras sentado sin haber decidido que ése iba a ser el momento en el que los fantasmas se marchasen. En el que los dejarías ir para que no te hicieran una compañía en todo caso suficiente. ¿Tanto miedo para esto? Nuestro miedo a no decir lo que pensamos por si perdemos no debe amordazar nuestro derecho a ser nosotros mismos.  
La paz no es comparable con la continua duda. Todo el mundo merece un poco de claridad, pero hemos de buscarla. ¿Para qué esperar? Dilo y desinfla el principio de incertidumbre. Sé valiente.


martes, 4 de agosto de 2009

Aprenderé a nadar.



- He pensado que... tú y yo... podríamos ir a algún sitio, juntos... uno de estos días. Hoy. Ahora mismo. Ven conmigo, Hannah.

-  No, yo... creo que no va a ser posible.

- ¿Por qué no?

- Mmmm... porque si decidiéramos irnos a algún lugar juntos, me da miedo que un día... hoy no, quizás... quizás mañana tampoco, pero un día, de repente, puede que empiece a llorar y llorar, y que llore tanto que nada ni nadie pueda pararme, y que las lágrimas llenen la habitación, y que me falte el aire, y que te arrastre conmigo, y que nos ahoguemos los dos.

- Aprenderé a nadar, Hannah. Te lo juro. Aprenderé a nadar.

Hoy pongo un fragmento de una película que ví hace poco: La vida secreta de las palabras. La película para mi gusto es bastante lenta, pero tiene partes realmente increíbles. Como ésta. Que me hizo pensar (qué raro, ¿verdad?). Pues sí, Me hizo pensar en esa última respuesta. él no dijo nada como :pues yo te llevaré conmigo, o yo impediré que te ahogues, o yo haré que no llores o yo te sacaré de la habitación y no nos ahogaremos o yo te salvaré.  Él prefiere meterse en su vida y pasar ese sentimiento con ella, e inundarse con sus lágrimas si es preciso. Él no le dice que no llore, no le impide sentir; le dice que en ese llanto no la abandonará y no la dejará sola. Muchas veces pensamos que es necesario evitar un sentimiento, y olvidamos compartirlos, y olvidamos respetar el dolor y hacerlo nuestro de alguna forma para poder ayudar a superarlo. Porque, no debemos olvidarlo, la única forma de superar el dolor es sentirlo primero.  Muchas veces pensamos que para que alguien esté feliz con nosotros solo tenemos que decirle constantemente que debe sonreir, recordarle que la vida e smaravillosa; y es cierto que lo es, pero quizás para ganarte la confianza de esa persona, para ver un halo de luz en su rostro, debamos primero compartir su tristeza. Querer a alguien así, asumiendo sus días fáciles y difíciles, sin tirar la toalla, estando ahí aunque muchas veces no sea necesario coger la mano sino permanecer alerta, nos convierte en compañeros perfectos de viaje. ¿No?