“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

miércoles, 24 de marzo de 2010

No puedo adentrarme más en la espesura de tu pelo:
llevan años publicando en los periódicos que estoy perdido.
Sigo perdido hasta próximo aviso.
El lenguaje es ya insuficiente para pronunciarte
y las palabras son como caballos de madera
que corren tras de ti noche y día, sin alcanzarte.
Siempre que me acusan de quererte,
me siento superior; convoco una rueda de prensa
y reparto tus fotos a los periodistas,
aparezco en la pantalla del televisor
con la rosa del escándalo prendida en mi ropa.
Escuchaba a los enamorados
hablar de sus amores, y me reía.
Pero cuando volví al hotel
y tomé el café, solo,
supe cómo penetra el puñal del amor en el costado
para no salir nunca.
Mi problema con la crítica
es que siempre que escribo un poema en negro,
dicen que lo he copiado de tus ojos.
Mi problema con las mujeres
es que siempre que niego mi relación contigo,
oyen el tintineo de tus pulseras en la vibración de mi voz
y ven tu camisón colgado en el armario de mi recuerdo.
No me acostumbres a ti: el médico me ha aconsejado
que no mantenga mis labios en los tuyos
más de cinco minutos, ni me siente bajo el sol de tus pechos
más de un minuto, para no abrasarme.
Si conoces a un hombre que te quiera más que yo,
preséntamelo para felicitarlo
y luego matarlo.


Nizar Qabbani

jueves, 18 de marzo de 2010

hay una trampa en cada cosa que dices.

Las trampas me recuerdan a las cuestas que bajábamos cuando empezaba la primavera, desde la sierra, cuando escuchábamos rostro de actriz porque yo te pedía que pusieras el disco. Y le daba directamente para que sonase. La trampa eran tus manos conduciendo. La trampa era el sol que empezaba a no acostarse temprano. La trampa era nuestra ficción convertida en una historia triste que no nos dejaba ver más allá….. como las mariposas. La trampa enredaba mis recuerdos cada vez que abrías la puerta y desempañabas el cristal. La trampa era volver a un puerto lleno de anclas oxidadas. De trozos de barco, de olor a podrido. Ese puerto recóndito que, sin embargo, tiene la magia del lugar al que regresar cuando no sabes quién eres. Y allí te encontré siempre, recordándome que todo estaba muerto, diciéndome que lo habíamos abandonado. A veces cuando parece sencillo, lo sientes tan cerca que el miedo no te deja entrar… No te deja entrar. 



Hay una trampa en cada cosa que dices 

y mariposas que no nos dejan ver más allá. 
Hay una puerta en tu rostro de actriz, 
se desliza el profeta para poder entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 

En la calle hablan los ingenuos 
y sé que otros callan por no decir la verdad. 
A veces cuando parece sencillo 
te sientes tan cerca que el miedo no te deja entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 
Cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal ... 

Hay una trampa en tu rostro de actriz, 
se desliza el profeta para poder entrar. 

Cuando suenan las campanas y entran los rayos del sol, 
cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal 
querremos volver a puerto una vez en alta mar. 
Cada vez que abres la puerta y desempañas el cristal ...