“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

lunes, 13 de abril de 2009

Siempre estabas junto a mí, en mi mente revolviendo todo...

Hay quien escondía los caramelos dentro de los bolsillos, y yo mientras tanto cogía margaritas sin que mi madre se diera cuenta y me las metía dentro de los míos, aunque se me olvidaba quitarlas y al final del día salían todas desperdigadas en el baño. Mamá no me regañaba, solo me miraba con cara de resignación, y me decía: “ya sabes que las flores dan mucha alergia”. Y yo me metía en la bañera llena de espuma y jugaba con los botes de gel.

A veces me caía porque todos los balones salían a mi encuentro. Era torpe y no trepaba por los árboles, me gustaba subir y bajar escaleras, y sentarme en ellas a escribir. Cuando pasó el tiempo seguí sentándome en ellas, y a veces cuando giraba la cabeza estabas tú, que acababas de llegar de Madrid, que me parecía otro planeta. Ya no me preocupaba no saber trepar por los árboles, aunque al saltar una valla por seguirte me caí y me hice mucho daño.

Al cabo de los años en esa valla te miré a los ojos.

Recuerdo que venías a buscarme, yo me escondía en mi cuarto porque me parecías un pesado, y porque me gustaba estar sola. Con el paso del tiempo, tú venías a buscarme, y yo me escondía en el baño porque no podía volverte a mirar.

Cambiamos las margaritas por jazmines, las risas de verano por cartas, y un día me contaste un secreto sentada en las escaleras donde escribía. A partir de entonces me llamabas solo para que pudiera escuchar los acordes de la guitarra con la que sacamos alguna voz en El Retiro, y luego bajamos por la Cuesta de Moyano… con la que me compusiste una canción, cuando Madrid dejó de parecerme tan lejano, aunque siga pareciéndome otro planeta. Cuando me acerqué me alejé de ti. Te alejaste de mí.

La abuela siempre decía que eras distinto a los demás. Hoy apenas te reconozco.

Contigo me di cuenta de que hay cosas que es mejor que nunca cambien. Contigo dejé de ser una niña rara para sentirme bien recorriéndonos el mundo con nuestra pinta de “especiales”. Me explicaste en el autobús cuál es la diferencia entre ser raro y ser diferente. Y dejé de sentirme un extraterrestre. Y supiste hacerme ver qué era una estrella. Contigo me di cuenta de que habíamos crecido. Y de que si algún día nos pasaba algo querría volverte a encontrar. Contigo aprendí a pensar. Contigo aprendí que prefiero los abrazos a los besos.

Por ti me llevé la primera y única bofetada de mi madre, y pasé un verano entero sin salir. Eran tristes y largas las tardes de verano. Ya no había vallas que saltar, ni había “un dos tres, gallito inglés”, ni cogíamos almendras, ni me ayudabas a coger jazmines cuando estaban muy altos. Y te hice daño. Y te hice llorar… Y no de felicidad. Y para colmo tú no me entendías, y yo no me lo sabía explicar.

Antes vivíamos lejos y éramos incansables el uno con el otro. Ahora vivimos cerca pero solo nos encontramos en el metro. En Madrid no se ven las estrellas.

Cuando vuelvo al campo recuerdo los lugares comunes y el olor de la casa de la abuela. Nunca coincidimos, y cuando estás reconozco que evito verte. Y tú a mí, es algo que se sabe... Quizás porque hemos seguido creciendo. Y nunca estamos solos para poder contarte todo esto. Pocas veces he vuelto a ver margaritas por el camino. Pero el otro día ví el campo poblado de margaritas. Según bases científicas puede ser que es porque este invierno ha llovido, me gustaría pensar que eres feliz. No cogí ninguna para metérmela en los bolsillos, con el paso del tiempo también me he dado cuenta de qué sabias son las madres…

Es una tontería, pero no quiero volver a sentarme en esas escaleras sin ti. Ni siquiera diez años después.

3 comentarios:

JoseVi dijo...

Preciosos recuerdos y me has recordado mil cosas :)

Decirte... que solo tu sabes lo que valen :)

Me has recordado a mi madre, a mi abuela, a mis primeras cosas escritas o incluso, cuando jugaba con una espadita de madera golpeando troncos de arboles.

Me has recordado el parque del retiro. Las veces que me he comido a besos a mi ex XD, las veces que entre matorrales... nos escondimos y no sigo mas jajajaja.

La crisis, el tener miedo a gastar y el que ni en curros de pubs ni restaurantes me llaman o muy a la larga, me impide salir y aislarme :)

Me has echado una pequeñita luz sin querer, de corazón, es verdad :)

Tengo que sumar mas recuerdos a mi vida. Mas aun si el 20 de abril cumplo 30 años. Siempre he saltado de trabajo en trabajo pero... en dos años he conseguido un tono fisico por encima de la media de mis compañeros de karate, mi profesor de aikido me reto un duelo, porque segun el era el mas resistente XD y en esgrima aun estoy pez pero aprendo y escucho con atencion.

Voy a pedir un deseo, el de tener una fuente de ingresos, he comprendido que en esta vida he dado y dare mil tropiezos y tal vez nunca trabaje de lo que me guste pero... Tengo una vida marcial y me gusta, me considero de buen corazón y el deporte... me ha traido un tono fisico que no esperaba y me siento... mas fuerte, mas agil, vivo :)

Gracias por la entrada XD, hay el retiro.... las veces que me he revolcado en ese cesped... :p ñamñam jajajaja

Besos y no te preocupes estoy bien :)

David Baz dijo...

Pues te ha quedado un post precioso, muy personal. No puedo aportar nada con un comentario, sólo decirte que rebosa sentimientos desde el principio hasta el final.

Un abrazo!

José Miguel Igualada Belchí dijo...

Cada una de tus entradas me atenaza por dentro más que la anterior y me hace esperar con más impaciencia tu siguiente texto.

Gracias.