“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

jueves, 20 de noviembre de 2008

Cometas en el cielo. Por ti lo haría mil veces más.



Me convertí en lo que hoy soy a los doce años. Era un frío y encapotado día de invierno de 1975. Recuerdo el momento exacto: estaba agazapado detrás de una pared de adobe desmoronada, observando a hurtadillas el callejón próximo al riachuelo helado. De eso hace muchos años, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto, porque el pasado se abre paso a zarpazos. Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de que llevo los últimos veintiséis años observando a hurtadillas ese callejón desierto


"En Afganistán, yelda es el nombre que recibe la primera noche del mes de Jadi, la primera del invierno y la más larga del año. [...]

Cuando me hice mayor, leí en mis libros de poesía que yelda era la noche sin estrellas en la que los amantes atormentados se mantenían en vela, soportando la noche interminable, esperando que saliese el sol y con él la llegada de su ser amado.

Después de conocer a Soraya Taheri, para mí todas las noches de la semana se convirtieron en yelda.

Y cuando llegaba la mañana del domingo, me levantaba de la cama con la cara y los ojos castaños de Soraya Taheri en mi mente".


Y en relación a lo que dice thiago, que el amor y el pasado duran una temporada, me ha hecho pensar en la canción de "la extraña pareja":


la noche debilita los corazones, noches de funeral de vino y rosas. Brindemos por el amor y sus fracasos, quizás podamos escoger nuestra derrota. El sol pinta las calles, la memoria feroces pasiones atenúa. Inventate el final de cada historia, que el amor es eterno mientras dura.







6 comentarios:

Funambulista 2.0 dijo...

Qué bonita sensación esa de levantarse, acostarse y vivir constantemente en la "yelda" eterna, en la magia de unos ojos, en la ternura de una caricia o en los destellos de una sonrisa. Es simplemente, precioso! Sé que hace unos años estrenaron la película (que tenía pendiente de ver, por cierto), pero después de estos pasajes, seguramente merezca más la pena el libro. Un beso

Thiago dijo...

El pasado y el amor eterno.. duran exactamente lo mismo... una temporada, pues contra ambos tenemos mecanismos de defensa....

El amor pasa y el pasado tiende a suavizarse en nuestra memoria. Y asi vamos tirando, jajaja

Bezos

José Miguel Igualada Belchí dijo...

Determinados sentimientos marcan la diferencia entre respirar y estar vivo. El amor es el más importante. Y como seres rabiosamente vivos debemos apurar la vida, haciendo y sintiendo cada cosa como si nos fuera el último aliento ene ello. Bebiendo hasta la última gota de la jarra de vino, que diría Jayyam.......

Félix Amador dijo...

Tengo que ver esa película.

MATISEL dijo...

Amaterasu, es una entrada preciosa, llena de vida y de eternidad en su espléndido final:

"El sol pinta las calles, la memoria feroces pasiones atenúa. Inventate el final de cada historia, que el amor es eterno mientras dura..."

Enhorabuena por ella y por traer a Thiago. :)
Besos

Amaterasu dijo...

Sí es bonita esa sensación, como bien dice la canción que pongo, eterna mientras dura. A mí me han hablado bien de la película, funambulista, pero yo entre el cine y un libro.... ya sabes.

thiago, qué cierto lo de los mecanismos de defensa. De defensa incluso de nosotros mismos. Creándonos nuestros propios calmantes contra el dolor.

manifacero, sí, quizás lleves razón. pero el hombre también necesita la tranquilidad que da saber que no está apurando la última gota.

félix: espero tu opinión sobre ella

caminante: la memoria feroces pasiones atenúa.... ojalá pudiéramos inventarnos el final de cada historia.