“El cambio de escala es a veces una cuestión de supervivencia. Primero vemos la montaña y luego dibujamos una línea en el mapa. Así, línea a línea, formamos la cordillera que no podemos abarcar con los ojos y, solo a través del ejercicio de la reducción, somos capaces de trazar un camino, tal vez, también, de transitarlo. De todo lo que nos importa y no comprendemos terminamos por dibujar un mapa, alterando al hacerlo el verdadero tamaño de nuestra ignorancia.”

martes, 29 de septiembre de 2009


Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano, 
humo de cerveza en un portal, un verano inacabado. 
Algunos años en la facultad de ciencias, 
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba, 
un tren dormido en una vía muerta, 
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta. 

Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú, 
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul, 
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos, 
la luz de una cafetería, los amores conversos. 

Ahora que te cansas y las piscinas cierran, 
y apura el último baño la luz de las estrellas. 
Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir 
y nadie me espera allí. 
Ahora que casi llego a fin de mes, 
que amo a una mujer. 

Que amo a una mujer. 

Ahora que pago las facturas, que me besé en La Habana, 
que sueño con Lacandona, que ya no escribo cartas, 
que cumplimos más años que promesas, 
que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia, 
que llego tarde a los cines y al fin del planeta, 
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena. 

Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja. 
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña, 
que pido auxilio, besos y comida por teléfono, 
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo. 
Ahora que tiemblo como un niño abandonado. 
Ahora que viejos amigos nos han traicionado. 

Ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval, 
la orgía en el Palacio de Invierno, de banderas y besos. 
Se cayeron mis alas y yo no me rendí, 
así que ven aquí, 
brindemos que hoy es siempre todavía, 
que nunca me gustaron las despedidas.


Ismael Serrano. Ahora. 

En la foto, la Plaza de las Comendadoras de Madrid, que fue mi casa algunos años.

2 comentarios:

José Miguel Igualada Belchí dijo...

No la conocía; hasta ahora, una de mis canciones de referencia era otra del mismo nombre, pero de Joaquín Sabina, en aquel glorioso disco "19 días y 500 noches". El próximo viaje en coche, habrá que poner a Serrano y disfrutar de sus letras....
Besos.

Félix Amador dijo...

Se puede vivir de los recuerdos.

No es una dieta completa pero sí un refuerzo vitamínico para los momentos menos afortunados.


Un beso.


(Me gusta esa plaza. Ahora mismo no sé dónde está, pero tiene que ser un placer vivir ahí)