Volvió acentuada de historias bajo el sol envolvente de la estación de Tarragona.
Llevaba los labios pintados de rojo
Mientras caía sobre su silueta uno de los últimos rayos de sol.
Al verme su cara sonrió
Y alzó en el aire su mano izquierda, saludándome.
Desde ese momento supe que ella volvía para
dejarme inmerso en su alocado torbellino
Para desvirtuar el modo y la forma de mi rutina
Y yo estaba allí, esperando todo eso.

Se me olvidaba que es capaz de hacerte regresar diez años antes
Una vez madurado el vino que te sirvió en copa grande.
Había olvidado que nunca descansa, y su inagotable refugio
es el sueño cálido de monstruos como yo

Que ansian su pureza pero desperdician su fuerza
Cada vez que la dejo en el vagón de regreso al presente.
Soy consciente de que frente a ella soy débil
No levanto ni un palmo del suelo

Cómo iba a olvidar el olor de su pelo,
sus ojos de furia y de paz
cómo iba a olvidar que siempre tiene las manos frías.

Nunca he tenido el valor para seguirla
Pero nunca he pretendido olvidarla.

Ella es todo lo que recuerdo de la felicidad,
viene para enloquecer cada centímetro de mi piel y de mi alma.
Viene para separar de nuevo lo que me pertenece de lo ajeno.

Y ella no me pertenece. Pero viene hacia mí…