Pero cuando te metes en ella no llegas a comprender dónde poner el freno. El sueño de todas nosotras, de todas las aficionadas es bailar bien, como una profesional, por eso y para eso pagamos las clases. Creo, además, que dentro de las clases deberían hacerse grupos, según las necesidades: hay mujeres cuya intención es ir a clase a divertirse, no a aprender, hay otra que van solo a aprender, y no disfrutan, hay otras que van únicamente por mantenerse en forma, el cómo les da un poco igual, harían danza igual que hicieran aerobic todos los días… No es lo mismo, y sin embargo todas pagamos lo mismo (porque cuesta un dinero) por cosas diferentes.
Ojalá pudiera ser bailarina. Pero soy abogada. Cada uno debe ubicarse en lo que es. Me fastidia, pero no puedo llegar a trabajar después de 4 horas de ensayo, no puedo decir que me tengo que ir a bailar fuera de Madrid cuando a la semana siguiente tenga un juicio…. Por supuesto que he renunciado a cosas por bailar, ¡es mi pasión! Y lo he hecho encantada… No es placentero salir de trabajar, agotada, a las 9 e irte a clase, hasta casi las once. Luego vete a tu casa y ponte a planchar…. Pero, aunque sé que en este momento podría plantearme dedicarme más en serio a esta faceta artística, también hay que saber decir que no. Y yo hoy he dicho que no a una pasión, entrar en una compañía de danza, por otra pasión que me da comer. Y ha sido difícil, pero la falta de tiempo me hace no poder compaginar las dos cosas. Seguiré con las clases regulares y con talleres…. Y para mí todas las mujeres somos bailarinas, ¡yo bailo en mi casa, me visto y todo, hago fusiones, qué mejor escenario! Bailo para mi familia, para mis amigos… ¡qué mejor público quiero! Estoy algo triste pero creo que he hecho lo correcto.